Desencuentros en cuarentena

DESENCUENTROS EN CUARENTENA

De vez en cuando nos desencontramos. Porque caminar a la par requiere paso firme y, en ocasiones, nos gana el cansancio.

Y sí, peleamos más que antes porque ampliar el árbol genealógico pone a prueba la solidez de los cimientos. Un hijo no rellena grietas, un hijo renueva el repertorio de acuerdos y desacuerdos. Un hijo te arrebata las prioridades y negocia la exclusividad.

No crean que reniego de mi maternidad. Pero debo reconocer que es la aventura más vertiginosa que voluntariamente decidimos emprender.

Peleamos más que antes porque la casa en permanente desorden es un campo minado. Porque anhelamos recuperar los espacios de intimidad en una cama invadida. Porque aplacar llantos y domar caprichos nos quita energía. Porque la melodía del hábito desafina y el desconcierto que se vive por estos días de interminable confinamiento incomoda.

Y porque cuesta.

Reencontrarse dentro del paisaje caótico de un hogar en cuarentena es casi tan desafiante como mantener las brasas encendidas bajo una lluvia copiosa.

Aún así lo intentamos. Porque vale la pena saborear el encuentro.

No es sacrilegio reconocerse agotados.

No es debilidad.
Es virtud.

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